Cuentos para antes de dormir

CUENTOS PARA ANTES DE DORMIR  

ANTOLOGÍA DE CUENTOS CORTOS  (número 3)


La naturaleza de un animal viene marcada por su código genético. Un tigre, un lobo o un león son fieros y no dudarán en atacar cuando tienen hambre; una oveja es pacífica y nada cambiará esa tendencia natural. ¿Cuál es la naturaleza del hombre: agresiva o pacífica, egoísta o generosa, malvada o bondadosa? A diferencia del animal, el hombre puede elegir y puede persistir en su naturaleza, que se puede cultivar hacia un sendero u otro. Un monje budista, que ha elegido la senda de la bondad y la generosidad, si realmente han impregnado su ser, lo moverá a que sus actos respondan a esa naturaleza interior cultivada durante años.

Cuentos para antes de dormir número 3:                            Cuento 1 / Cuento 2

EL MONJE Y EL ESCORPIÓN

Hace mucho tiempo, junto a la orilla de un río, paseaba un sabio monje budista junto a su discípulo. El monje, de repente, vio que un escorpión había caído al agua y se estaba ahogando. Tomó entonces la decisión de salvarlo sacándolo del agua. Lo cogió, pero, cuando lo tenía entre sus manos, el escorpión le picó en un dedo.

El monje sintió tanto dolor que tuvo que soltar al escorpión, que de nuevo cayó al agua. A pesar de la picadura, el monje perseveró en su intento de salvarlo de morir ahogado, pero nuevamente el animal le picó, por lo que por tercera vez cayó al agua.

Desde la orilla, el discípulo, preocupado, le dijo por qué persistía en su intento si sabía que el animal siempre le iba a picar.

El monje esbozó una sonrisa serena y le respondió que la naturaleza del escorpión es picar, pero que la suya era la de ayudar. Después de estas palabras, el monje cogió un pequeña tabla que venía por el agua. Con ella consiguió que el escorpión saliera del agua y ponerlo a salvo sin tener que sufrir más picaduras.

CUENTO CORTO

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Cuentos para dormir

CUENTOS PARA DORMIR

Esta nueva sección, Cuentos para dormir, la iniciamos con una historia que nos hace reflexionar sobre qué es la buena o la mala suerte, o cómo sabemos que lo que nos pasa es bueno o malo, por una parte; por otra, nos lleva a preguntarnos: ¿por qué estamos continuamente juzgando la vida? 

Antología de cuentos cortos (número 1)

EL HOMBRE Y SU CABALLO

En un pueblo un labriego vivía en una humilde casa con su hijo. Para las labores agrícolas tenía un caballo, que le era muy valioso, pues, entre otras cosas, podía cargar y transportar los productos de la cosecha. Tanto el padre como el hijo lo querían mucho. Un día, el caballo saltó el vallado y se escapó.

Un vecino lo vio y corrió a la casa donde vivía el hombre y su hijo. Les dijo: «Vuestro caballo se ha escapado. ¿Qué harás ahora para trabajar las tierras sin él? ¡Qué mala suerte! ¡Vaya desgracia!».

El hombre lo miró y habló:
-¿Estás seguro de que ha sido mala suerte?

Al cabo de no mucho tiempo, el caballo volvió y venía con cinco caballos salvajes a los que se había unido.

El vecino llegó hasta su casa y le dijo:

-¡Qué buena suerte has tenido!

Pero el hombre lo miró y le dijo lo mismo que la vez anterior:

-¿Estás seguro de que ha sido mala suerte?


Cuando pasó un mes, el hijo se propuso domar a uno de aquellos caballos salvajes. Se montó encima pero al instante el caballo lo tiró al suelo y el muchacho se rompió una pierna.  

De nuevo el vecino se acercó y le dijo al hombre:

-¡Qué mala suerte has tenido! Ahora tu hijo no podrá ayudarte en las tareas del campo y te costará mucho hacer tú solo.

El hombre, impasible, contestó:

-¿Estás seguro de que ha sido mala suerte?

Al poco estalló la guerra en el país, de manera que el ejército comenzó a ir pueblo por pueblo para reclutar a los jóvenes, que irían a la guerra. Se llevaron al hijo del vecino, que estaba sano y fuerte. Sin embargo, al hijo de nuestro hombre lo dejaron en su casa porque no podía caminar. Nuevamente, el vecino se acercó y dijo:

-Se han llevado a mi hijo los soldados y al tuyo lo dejaron aquí por su pierna rota. !Qué buena suerte has tenido!

El hombre lo miró y le dijo:

-¿Estás seguro…de que ha sido buena suerte?

Conclusión: ¿Aún vas a seguir juzgando la vida?

Cuento número 2

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